miércoles, 30 de marzo de 2011

Respeto...

Nacemos. Vamos creciendo. En general la infancia es la época más feliz. Sin decisiones. Sin problemas. Sabiendo lo justo y necesario, ni más, ni menos. Lo suficiente para ser felices. Descubrimos. Aprendemos. Disfrutamos. Es esa etapa en la que todo es maravilloso. Todo es nuevo. Nos espera un mundo sin conocer. Está esperando ser explorado. 

Descubrir, aprender y equivocarse forma parte de la vida humana, ya seas un niño o un adulto. Cuando somos pequeños creemos que la vida es un sueño hecho realidad.

Hoy yo no puedo decir lo mismo. No soy adulta, no soy pequeña. Quizás no comprendo la vida. Quizás no sepa como funciona el mundo.
Pero tengo mi opinión sobre lo que conozco de él.
Nos enseñan desde que nacemos valores de igualdad, de hermandad, de solidaridad. Un mundo ideal, del que podemos esperar cualquier cosa. Nos venden sueños, nos venden metas.
Cuando dejamos de ser tan pequeños, nos tratan de convencer de que podemos cambiar el mundo. Sin embargo cuando tratamos de hacerlo y fracasamos, no se sorprenden. Porque cambiar el mundo no es posible, y eso ellos, ya lo sabían.
Vivimos rodeados de distancias. Si todos somos iguales, ¿por qué no nos tratan a todos igual? Cuando Karl Marx hablaba de un mundo ideal, habló de comunismo, y no solo un comunismo económico. En teoría, una buena idea, una manera de ser todos iguales y de vivir armónicamente en una sociedad ideal, sin embargo en la práctica, fue un fracaso. Pero aún quedan personas que afirman ser comunistas.Y toda esa gente que hoy en día presume de ser comunista, miente. Todos aquellos que optan por un sistema socialista y común, se engañan y engañan al resto.
No, no somos todos iguales. No, no todas las personas tienen los mismos derechos. No podemos seguir viviendo engañados. El mundo es así, y no va a cambiar nunca. No llegará el día en el que no halla hambre. No habrá un día en el que alguien no muera, en el que alguién no sufra. No habrá un mundo en el que todos nos respetemos.
Los humanos somos seres sociables, sentimentales. Sufrimos. Amamos. Odiamos. Sentimos dolor, humillación. 
Los que están en la cima de la sociedad no buscan más que seguir en ella. Engañan. Mienten. Manipulan. Son capaces de cualquier cosa por seguir teniendo el poder, que creen, que les dará fuerza, que les proporcionará el respeto y admiración del resto, de los que están por debajo. Sin embargo no quieren respetar. 
¿Acaso es sinónimo de poder la humillación? ¿La soberbia?  ¿La prepotencia? ¿Es indispensable, para ser respetado, humillar? No lo creo. Sembrar miedo, no significa recoger respeto. El respeto es admiración. No es simplemente la consideración o deferencia, sino que implica un verdadero interés,  no egoísta,  por el otro más allá de las obligaciones explícitas que puedan existir, como la buena educación, la amabilidad y las buenas maneras. Los seres humanos debemos respetarnos porque todos y cada uno de nosotros poseemos un bien intrínseco y absoluto, la dignidad. Sin embargo, al igual que la dignidad, el respeto es un valor que ha de ganarse y conservarse. "Honor a quien honor lo merece", como dijo Fernando Savater. 
Los que se encuentran por debajo de todo en la sociedad, sin embargo tienen otras aspiraciones. Evidentemente, habrá avariciosos que desean el poder, y sean capaz de hacer lo que sea por llegar a él. Pero en general las clases bajas no buscan más que realizarse. Buscan progresar, ascender. Buscan reconocimiento por su esfuerzo. Quieren el respeto que día a día se ganan, y del que, lamentablemente, carecen. Y es que, como dijo Karl Marx, "El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan". 

domingo, 27 de marzo de 2011

No espero que sepas lo que es. Que sepas lo que se siente. No espero que lo entiendas. Que lo aceptes. 
Eres demasiado perfecta. La vida no te trató bien. Y aún así, saliste adelante, salvando todos los obstáculos que trataron de hacerte caer. 
Y ella, con una vida tan dura. Pero es una superviviente. Es valiente. Inteligente. Tan exuberante. Con estudios, trabajo, amigos. Es fuerte. Independiente.
Sin embargo yo...
Siempre sentí esa diferencia física tan enorme. Yo, rubia, ojos verdes, pálida, ancha de huesos y de complexión ancha también. Era pequeña, no me daba cuenta. Fui creciendo. Empecé a dudar. Ella bromeaba con que no pertenecía a vuestra familia, con que era adoptada. Quizás no se daba cuenta, pero dolía. 
Pero, ¿y ahora?. Para mí no hay fuerza. No hay inteligencia. No hay velentía. No hay coraje. Tampoco hay futuro.
Se me recordará como aquel alma en pena. Llena de problemas. De dolor, de dudas. Que vagaba absurda.
Yo, la debil. Yo, la pequeña. 
¿Sabes que es sentirse insignificante?¿Loca?¿Incomprendida? No esperaba que lo supieras, en fin, en tu perfección no caben mis defectos.
Un día...Solo espero un día, poder llegar a ser eso de lo que te sientas realmente orgullosa.